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De Calama a Nueva York: las desventuras del hombre de cobre

Nota Área de Antropología:

De Calama a Nueva York: las desventuras del hombre de cobre

Publicado el 22/07/2016
Fotografía del hallazgo en 1899.
Fotografía del hallazgo en 1899.
Francisco Garrido, Curador del Área de Antropología, nos trae un detallado e impresionante relato biográfico sobre el llamado «hombre de cobre»

Corría el año 1899 y en el desolado paraje de Chuquicamata, la pequeña mina de cobre La Restauradora trabajaba incansablemente. El cobre todavía no era el sueldo de Chile y su minería era una actividad casi artesanal, insignificante en comparación con la riqueza del salitre.

El administrador de dicha mina, un francés conocido como Monsieur Pidot, escuchó una tarde la agitación de los mineros que llegaban con algo más que la habitual carga de minerales al campamento. Lo que hallaron era otro colega minero, pero uno que yacía muerto en un pequeño túnel siglos antes de que ellos llegaran allí. Su piel era de color verde y sus ropas eran escasas. Sólo un taparrabo, y tobilleras. El no había sido enterrado en un cementerio ni tuvo un funeral. Un accidente minero, uno de esos de los cuales los obreros que lo hallaron conocían muy bien, le había quitado la vida.

Una calurosa tarde hace unos 1500 años, nuestro minero había entrado a una pequeña galería excavada en la roca desde la cual se dedicaba a extraer mineral de atacamita. Dicho mineral lo llevaría a Calama o Chiu Chiu desde donde seguramente provenía, para que fuera fundido y convertido en hachas, cinceles, adornos y otros objetos para los miembros de su comunidad. También los mineros de la época explotaban turquesa y otras piedras semipreciosas para la producción de collares, y en ciertos casos utilizaban dichos minerales como ofrenda sagrada. Utilizando un martillo de piedra con mango de madera el minero golpeaba la roca y extraía el mineral de mejor calidad desde las fisuras de la veta. El mineral lo depositaría en canastos y luego lo vaciaría a una mochila de cuero o capacho para llevarlo a la superficie y volver a casa.

El trabajo no era fácil, se realizaba casi sin luz, y en un túnel estrecho donde había que entrar casi acostado. Sin embargo, un día la suerte no estuvo de su lado y un mal golpe a la roca produjo el colapso del techo de la galería, lo cual lo dejó atrapado. Si bien debe haber tratado de escapar, sus esfuerzos fueron infructuosos y falleció dentro de la mina. Así, quedó sepultado allí por muchos siglos con todas sus herramientas de trabajo, y la lenta infiltración de mineral de cobre dejó toda su piel de color verde. Este accidente fatal sería el inicio de una larga travesía que más de mil años después lo llevaría a ser el centro de una serie de especulaciones monetarias y a viajar más allá de nuestras fronteras.

Negociando con la muerte: La especulación financiera tras el hallazgo

Cuando sucedió el hallazgo del cuerpo del minero, el ingeniero Edward Jackson, ciudadano estadounidense, fue a la mina y ofreció $ 500 pesos de la época al obrero que la halló para su compra (en una época donde un obrero ganaba $ 1.25 pesos diarios aprox.). Sin embargo, el administrador de la mina intervino y no hubo venta. En cambio, otro norteamericano llamado Norman Walker ofreció $ 2.000 pesos y Pidot cerró el trato a su nombre. A eso, el dueño legal de la mina La Restauradora, que también era estadounidense y se llamaba William Matthews, frenó la venta y le dijo a Pidot que le tenía "arrendada la mina, pero no a los mineros", a lo que Pidot respondió que como la momia tenía al menos 1% de cobre, la consideraba como mineral y que por lo tanto era suya.

Después de un año de peleas por la posesión del cuerpo del minero, este fue adquirido por el dueño de la mina Rosario del Llano, el señor Toyos. Edward Jackson aún seguía interesado en su compra y logró conseguirla por $ 500 a condición de venderla por más dinero, dando la mitad de la ganancia al señor Toyos. A esas alturas el cuerpo ya había perdido un dedo del pie y llegó a Santiago a la casa de Jackson para ser exhibida. Uno de los que quedó cautivado con su historia y también con la gran oportunidad de negocios que representaba, fue Hermógenes Pérez de Arce, presidente de la SOFOFA entre 1898 a 1902, quien hizo un trato con Jackson para exhibirla en Valparaíso y dividir la ganancia en dos. El éxito de público fue enorme, pero Pérez de Arce no le pagó nada de lo prometido a Jackson. Éste último enojado decide venderla por medio de su hermano John Stewart Jackson. Serían entonces los señores Torres y Tornero quienes formaron una sociedad, los cuales la compraron esta vez por $ 15.000 pesos, pagando $ 5.000 al contado y el resto lo prometieron a tres meses plazo.

Para el año 1901, en Estados Unidos se realizó la gran exposición Panamericana en la ciudad de Buffalo, Nueva York. Este fue un evento destinado a mostrar lo más avanzado de la ciencia y tecnología de la época, además de dar espacio a los países del continente para representar su cultura y avances en donde la idea de progreso dominaba las mentes de la época. Chile también poseía un pabellón de exhibición y allí los señores Torres y Tornero decidieron llevar el cuerpo de este minero para exhibirlo y ganar dinero. Luego de algunos problemas de detención en aduanas por lo extraño de su carga, lograron montar su exhibición.

Para atraer la atención del público, imprimieron un folleto sensacionalista que decía lo siguiente:

"Human petrification: The only specimen in existence of a perfectly preserved body from a race which is now entirely extinct"

(Petrificación humana: El único espécimen que existe de un cuerpo preservado de una raza que está ahora completamente extinta)

La exhibición fue un éxito de audiencia e incluso en un momento la policía tuvo que intervenir y acordonar el área cuando la prensa y la multitud de gente que había rompieron la vitrina donde se encontraba nuestro minero. Luego del éxito en Buffalo, la momia fue trasladada a Nueva York donde continuó siendo expuesta en diversos lugares. Torres y Tornero trataron de vender la momia en diversas ocasiones, pero el excesivo precio que pedían lo hizo imposible. Como alargaron su estadía en Estados Unidos viviendo una vida lujosa, cayeron en deudas y fueron embargados por la compañía Hemenway & Co. New York. Ellos sólo pudieron volver a Chile gracias a la ayuda del cónsul chileno que pagó sus pasajes.

Edward Jackson nuevamente se sintió estafado al ver que el dinero prometido no llegaba y por ello mandó un representante legal a Nueva York para resolver el problema. Esta persona enviaba cartas prometiendo solución, pero el tema se alargaba y cada vez pedía más y más dinero. Jackson decidió dejar de pagar y en ese momento su representante logra obtener los $10000 restantes del embargante, los cuales se deja para sí y además vende la momia a un tercero. Jackson indignado viajó el mismo a Nueva York para encontrar a su representante-estafador y pedir explicaciones; sin embargo, sus gestiones fueron infructuosas, regresó desilusionado a Chile y se olvidó del tema para siempre.

Mientras tanto, la fama de este minero atacameño creció tanto que en el año 1905 el famoso banquero y magnate J.P. Morgan, decide comprarlo y luego la dona al Museo de Historia Natural de Nueva York. Allí ha estado hasta el día de hoy, donde aún es visible en exhibición. Unos años antes, W. H. Holmes del Museo Nacional en Washington D.C. había comprado los martillos, cestos y el capacho de cuero del minero; ellos finalmente fueron adquiridos en 1912 por el Museo de Historia Natural de Nueva York, reencontrándose así con su dueño. Desde ese momento fue bautizado como el "hombre de cobre", nombre por el cual se le conoce hasta la actualidad.

Epílogo

Mucho de la historia de la momia se sabe por el relato que el propio Edward Jackson escribió en una carta en 1912. Después de todo el drama de los gastos, fraudes y peleas legales, llegó a la conclusión de que "es un pecado negociar con cuerpos de hombres muertos y nunca lo volveré a hacer", y además agrega "Las momias subieron terriblemente de precio en el mercado después de nuestro hallazgo".

Hasta 1905 se pensó que el minero era una mujer debido a su cabello trenzado. En 1923 se le realizó la primera radiografía, demostrando que no tuvo fracturas y que al parecer murió al quedar atrapado y no poder salir. El cuerpo de este minero fue estudiado por el arqueólogo Junius Bird, quien obtuvo un fechado radiocarbónico de 550 d.C. +/- 40 a partir de una muestra de su piel.

Referencias