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Crisis del pastoreo en el oasis atacameño de Guatín

Nota Área de Antropología:

Crisis del pastoreo en el oasis atacameño de Guatín

Publicado el 31/07/2017
El pastor atacameño Juan Vilca en su cocina/comedor alimentándose de carne de llamo. Foto gentileza Marcelo Amaral, febrero 1974.
El pastor atacameño Juan Vilca en su cocina/comedor alimentándose de carne de llamo. Foto gentileza Marcelo Amaral, febrero 1974.
Rubén Stehberg nos sigue contando de su experiencia en el oasis de Guatín, cuatro décadas después.

Durante décadas el pastoreo ha sido la actividad económica principal de Guatín. Juan Vilca, que no sabía contar pero que aprendió a leer en ocho días, llegó a tener alrededor de 200 llamas, 500 ovicápridos (ovejas y cabras) y 20 burros, según estimación de sus descendientes. Esta tarea le demandaba casi todo su tiempo ya que gran parte del día lo destinaba a cuidar y alimentar a sus animales. Usualmente se ausentaba semanas de su residencia principal y se iba a alojar a sus estancias de “Iglesias” y “Fundiciones”, aunque anteriormente frecuentaba otras que debió abandonar por su avanzada edad. El producto del pastoreo lo destinaba al autoconsumo, a la venta y para agasajar a las visitas durante las  principales fiestas.

Vilca tuvo varios peones. El más importante fue Concepción Silvestre llamado así porque cuando era pequeño el Padre Gustavo Le Paige lo encontró abandonado en el desierto. Como no supo decir de dónde venía ni quiénes eran sus padres, le colocó ese nombre. Le Paige lo cuidó hasta que Concepción pudo valerse por sí mismo.

Antes de morir, Vilca hizo un testamento donde designó a su hija Audina como su principal heredera. Años después llegó a vivir a Guatín su hermana Paula, también dedicada a la crianza de animales principalmente cabras. Con su leche preparaban queso que tenía muy buena aceptación. 

Poco antes de nuestra visita al oasis el 12 y 13 de junio recién pasado, el desierto de Atacama había experimentado uno de sus peores temporales de viento y nieve que causó estragos entre los animales y enfermó de neumonía a Audina. Sus animales quedaron abandonados y no tenía posibilidades de irlos a ver. Peor suerte corrió Paula, cuyos animales desaparecieron y tras una intensa búsqueda los dio por perdidos.

¿Qué pasará con el pastoreo en el oasis de Guatín? ¿Alguna de las hijas de Paula y Audina estarán dispuestas a continuar con esta sacrificada tarea? ¿Estamos frente a una crisis terminal de esta actividad como está sucediendo en tantas otras comunidades del norte grande chileno?