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Todo por la descendencia

Arduo trabajo:

Todo por la descendencia

Publicado el 13/12/2017
Mario Elgueta, Jefe del Área de Entomología, nos cuenta sobre la avispa Stangeella cyaniventris.

Dentro del Orden Hymenoptera, Sphecidae es una familia de distribución mundial que incluye cerca de 700 especies, con unas 150 de ellas repartidas en América del Sur. En Chile sólo se encuentran 13 especies, pertenecientes a los géneros Ammophila (tres especies; más detalles), Sceliphron (dos especies), Prionyx (cinco especies), Sphex (dos especies) y Stangeella (una especie). 

Denominadas colectivamente como avispas, una de sus características más notorias es que hay una modificación a nivel del primer segmento abdominal, en la forma de un delgado pecíolo cilíndrico, que las hace aparecer muy acinturadas.

Todas tienen en común que construyen nidos, algunas especies los hacen de barro sobre diversos sustratos e incluso en edificaciones, otras cavan galerías en el suelo con sus mandíbulas y patas anteriores o bien ocupan y acondicionan cavidades ya existentes; en cualquier caso, cada nido lo aprovisionan con alimento para su descendencia. Dependiendo de la especie las presas pueden ser arañas, saltamontes o larvas (orugas) de Lepidoptera, a las que inmovilizan con su aguijón sin matarlas, para luego introducirlas al nido; así, al nacer, las pequeñas larvas podrán disponer de alimento fresco, vivo, que van consumiendo de a poco hasta terminar su desarrollo.

Una de estas especies es Stangeella cyaniventris (Guérin-Méneville, 1831), la que se distribuye en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile; en nuestro país se encuentra desde el sur de Antofagasta hasta la Región del Maule. Los adultos tienen el abdomen de coloración azul metálico, con cabeza y tórax cubiertos de pelos negros, llegando a alcanzar tres centímetros de longitud.

Después de la cópula las hembras construyen las galerías en el suelo y al término, ya aprovisionada con alimento y habiendo puesto un huevo encima de la presa, cierran cada galería con piedrecitas que deposita con sus mandíbulas, además de cubrir la entrada con arena y tierra que echan hacia atrás con sus patas; una vez terminado el trabajo emprende el vuelo, pero luego regresa al lugar para revisar que la entrada haya quedado bien oculta. Así, cada hembra seguirá con su trabajo de construcción de galerías y postura de huevos hasta que termina su ciclo, ya sea por muerte natural o por servir de alimento a otro organismo.